martes, 4 de diciembre de 2007

Una Visita muy Sorpresiva...

Hace unos quince o diez minutos estaba dispuesta a cerrar los programas de la computadora y apagarla: cerré el reproductor de música, los archivos, las conversaciones online, terminé de imprimir un documento, apagué la impresora y cuando estaba a punto de mandar a dormir a la pobre máquina...¡Mi querida amiguita musa me visitó de sorpresa! Caprichosa, como siempre, me sentó de nuevo en la silla del escritorio y se puso a conversar conmigo mientras yo les escribo a ustedes.

Sinceramente mi pequeña forastera tenía tiempo sin aparecer. Hacía días la andaba buscando por los callejones y los escondites donde acostumbra estar en sus momentos de exilio y se me escabullía dejando pistas y pistas de su paradero.

Ahora que está aquí al lado acompañándome se sonríe con picardía y busca en la habitación su próxima aventura. Me susurra unas palabras al oído y deja que yo, en lo posible, haga el resto. ´Al rato de tenerla sentada a mi lado notó que estaba mas callada lo usual, entonces me preguntó eso que yo tampoco sabía y que fui descubriendo mientras yo le hablaba poco a poco.

Mi musa tremenda y pendenciera me hizo pensar... y mucho.

Y de pronto cerré los ojos, dejé de ver el monitor, la pared blanca, las letras que me piden que siga tipeándolas y me fui con ella hasta un lugar distinto, una playa paradisíaca donde las gaviotas silbaban al son de las palmeras.

Recorrí la orilla por un buen rato mojando los pies de vez en cuando en el agua salada y allí Musa me explicó con tranquilidad y ligereza: "El mar no sería lo que es sino fuese por la presencia de las olas, por esa fuerza misteriosa que lo hace moverse y delinear el horizonte donde el sol se pierde. Así es tu vida, así eres tú. No le quites al mar su oleaje, no te quites a ti la esencia que te hace ser quien eres. A veces la marea es alta, otras baja, pero siempre está ahí, meciendo con ternura los pedazos de arena que sucumben ante ella"

Cuando ya sentía en mis pulmones la brisa salada del mar y mis pies empezaban a hundirse en la arena mi Musa me tocó el hombro izquierdo y abrí los ojos. Ví las letras de este escrito que me saludaban con expectativa.

Transformé a las personas de mi vida en frases, a las anécdotas en ideas.

Al cabo de un rato me percaté de que mi amiga inspiración había estado discutiendo todo este tiempo con mi somnolencia. Esas dos no se soportan, aunque hacen una combinación muy interesante...

A la final Musa peleó tanto con Sueño que le provocó tomarse una siesta antes de seguir en esta labor tan mía de escribir y más importante : escribir para mí.

No hay comentarios: